VIERNES SANTO: PREDICACIÓN DE LA TERCERA PALABRA, POR NUESTRO PÁRROCO
- parroquiadelportillo

- 24 may
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El Viernes Santo, 18 de abril, nuestro párroco, Jesús Gracia Losilla, predicó la Tercera Palabra, en la Plaza del Pilar, en la Procesión de las Siete Palabras.

Predicación de la 3ª Palabra, en la Plaza del Pilar, durante la Procesión de las Siete Palabras. Por Jesús Gracia Losilla, nuestro párroco
MUJER, HE AHÍ A TU HIJO; HIJO, HE AHÍ A TU MADRE
La presencia de la madre lo llena todo. Te consuela, te aconseja, te calma, te da fortaleza. Nada tememos al lado de la madre. Su amor es incondicional. Cuando todos se van, tu madre, la madre permanece, se queda. Así es María, Madre de Jesús y Madre Nuestra. Madre de Esperanza y Madre de la Esperanza, que es Jesús.
En esta escena que nuestros ojos contemplan y nuestros oídos escuchan vemos al Hijo, a la Madre y al discípulo. Las palabras de Jesús nos saben a don, a regalo, y a compromiso, a misión.
La Hija, María, se convirtió en Madre de Jesús, aceptando los sueños y planes de Dios para ella. Y ahora, desde la cruz, Cristo nos entrega a su madre como Madre de todos los que creemos en él como Señor y Salvador.
Jesús nos da como madre a María, y ella nos ofrece a Jesús como Vida Nuestra. Él es la Vida, la Resurrección. En medio del dolor del Hijo y de la Madre, sucede algo impensable, nace la Vida: nuevos hijos, la Iglesia. Con Jesús toda situación es fuente de vida.
HIJO, AHÍ TIENES A TU MADRE. Hoy, en este lugar tan especial, al lado de la Casa de la Madre, María, en su Pilar, resuenan de nuevo estás palabras de Jesús. Hoy, como entonces, los que escuchamos el legado de Jesús recibimos en nuestra casa a María como Madre Nuestra. Y nos hacemos discípulos suyos, como hiciera el discípulo amado. “Y desde aquella hora el discípulo la recibió en su casa”.
María, discípula y madre nos anima a seguir a su Hijo Jesús; nos invita al encuentro personal con él y a entablar una relación de fe, de amistad. La Virgen María nos llama a vivir unidos a Jesús, vivir desde Jesús y como Jesús. Como Madre nos señala el rostro de sus hijos que sufren, que son descartados, olvidado, y nos recuerda el camino permanente de los discípulos de su Hijo: el amor hecho servicio, entrega y misericordia hacia ellos, el respeto de la dignidad humana, el cuidado de la vida desde el momento de la concepción hasta el fin natural de los días.
Como discípulos e hijos, aprendemos de María, su fe y fidelidad, su esperanza y su obediencia, su amor y servicio, su prontitud para ser Evangelio vivido para los demás, para testimoniar a Cristo, para darlo a conocer en cada lugar, en todo momento y a toda persona. Cristo salva y libera, cura y perdona, levanta y resucita.
Jesús, nos das a María, tu Madre, como Madre nuestra, Madre de la Iglesia. Gracias, por el gran regalo de acoger en nuestra casa a tu madre, como madre nuestra, de todos tus discípulos, de todos los que creemos en Ti. Que la presencia de tu Madre, a nuestro lado, nos ayude a seguirte de forma valiente, gozosa y fiel, y que sepamos reconocer tu presencia en los pobres y los que sufren, y te sirvamos en ellos. Así seremos signos de Esperanza, incluso en los momentos de cruz.
Dios te salve María...




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