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LA IGLESIA POR EL TRABAJO DECENTE


El trabajo es una dimensión fundamental del desarrollo personal. Ante la celebración del 1º de mayo, es bueno recordar la necesidad de promover una economía que favorezca el trabajo digno, decente para todos. Y ello porque también la precariedad en el trabajo tiene un impacto negativo en las personas: en la juventud abocada a unas condiciones de pobreza crónica; en la familia que no puede garantizar sus necesidades básicas y en los mayores que perciben unas pensiones indignas. Es momento de “descubrir y compartir las llamadas que nos está haciendo la nueva situación del mundo del trabajo… Es momento de buscar soluciones que nos ayuden a construir un nuevo futuro del trabajo fundado en condiciones laborales decentes, que promuevan el bien común”.

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