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II DOMINGO ADVIENTO (4 DE DICIEMBRE DE 2022)


Los profetas mantenían encendida la esperanza de Israel.

Nosotros, como un símbolo, encendemos estas dos velas.

El viejo tronco está rebrotando, florece el desierto.

La humanidad entera se estremece

porque Dios se ha sembrado en nuestra carne.

Que cada uno de nosotros, Señor, te abra su vida para que brotes,

para que florezcas, para que nazcas

y mantengas en nuestro corazón encendida la esperanza.

¡Ven pronto, Señor. Ven, Salvador!

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