FIESTA DE LA VIRGEN DEL PORTILLO
El pasado día 30, último domingo de mayo, celebramos la Fiesta de la Virgen del Portillo en la parroquia.
Este año pudimos celebrar la Eucaristía todos juntos, aunque con las limitaciones que todavía tenemos con la pandemia, hubo aforo limitado y no pudimos compartir las tradicionales rosquillas.
Fue una Eucaristía muy entrañable, y terminamos la Eucaristía con la oración a Santa María del Portillo:
Santa María del Portillo, eres vigía que nunca duerme, la que monta guardia permanente a nuestro lado, eres faro que enciende luces en la densa noche de nuestros caminos, y acudes al lugar en que el dolor estalla y quema, eres la que defiende y guarda la puerta de nuestro corazón.
Santa María del Portillo, bajo los muros de esta casa sentimos tu calor de madre. Nos sentimos más hermanos todos. Y contemplándote a ti, se aviva el deseo de contemplar a Cristo y vivir en Él.
Santa María del Portillo, enséñanos a escuchar y confiar en la palabra del Señor, a dejarnos guiar por su Espíritu. Enséñanos a estar atentos a las necesidades de la gente, para que sepamos implicarnos como tú en Caná.
Ayúdanos a resplandecer en el testimonio de la comunión, del servicio, de la justicia y el amor a los pobres. Intercede por esta Comunidad Parroquial, que lleva tu nombre, para que nunca se encierre ni detenga en su pasión por construir un mundo mejor
¡¡¡¡VIVA LA VIRGEN DEL PORTILLO!!!!
APARICIÓN DE LA VIRGEN EN UN PORTILLO DE LA MURALLA
Según la tradición popular
Tras conquistar Zaragoza Alfonso I, el 18 de diciembre de 1118, una noche de marzo de 1119, aprovechando la ausencia del monarca aragonés, los almorávides atacaron Zaragoza en un intento de recuperar la ciudad. Los atacantes, aprovechando el sueño de los centinelas que les había tocado hacer guardia, consiguieron abrir una brecha en la muralla, un “portillo”, y comenzaron a entrar en Zaragoza. Es en ese momento cuando la Virgen defiende a la ciudad despertando, con un resplandor, a los dormidos centinelas que dan la voz de alarma.
Es junto a es portillo abierto donde se levanta un pequeño oratorio y se coloca una imagen que había sido encontrada entre los restos. A partir de esa fecha esa imagen comenzó a ser conocida entre los zaragozanos como Nuestra Señora del Portillo.
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