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PRIMER DOMINGO DE ADVIENTO


Al encender esta primera vela de la corona de Adviento,

te pedimos, Señor, la gracia de estar en vela

para que nuestro corazón descubra a los más necesitados

de nuestra sociedad y los acoja con los brazos abiertos,

los ojos libres de prejuicios para ver lo esencial,

los oídos prestos a escuchar sus necesidades

y las manos dispuestas a actuar.

Por eso te pedimos todos juntos:

Enséñanos, Señor, a estar en vela.

Enciende en nuestro corazón la luz de la generosidad.

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