IGLESIA POR EL TRABAJO DECENTE
El trabajo no sólo es necesario para la economía, sino para la persona humana, para su dignidad, para su ciudadanía, y también para su inclusión social. Quien pierde el trabajo y no encuentra otro, siente que pierde la dignidad.
La cantidad, calidad y dignidad del trabajo es el gran desafío de los próximos años para nuestra sociedad en el escenario de un sistema económico que pone en el centro consumo y provecho y acaba por aplastar las exigencias del trabajo.
Durante su visita pastoral a Génova, en el encuentro con los trabajadores, dijo el papa Francisco: “Una paradoja de nuestra sociedad es la presencia de una creciente cuota de personas que querrían trabajar y no logran, y otros que trabajan demasiado y no logran trabajar menos porque fueron comprados por las empresas”.