PREDICACIÓN DE LA TERCERA PALABRA
Nuestro párroco en la Procesión de las Siete Palabras organizada por la Cofradía de las Siete Palabras y de San Juan Evangelista, predicó en la Plaza del Pilar la tercera palabra:
MUJER, AHÍ TIENES A TU HIJO; HIJO, AHÍ TIENES A TU MADRE
A continuación os dejo la bonita predicación que hizo para toda Zaragoza:
EL HIJO, LA MADRE Y EL DISCÍPULO
Jesús, el Hijo de Dios que nos da a su Madre, y que nos hace hermanos e hijos.
La Madre que el Hijo nos propone como Evangelio vivido, y como Madre de la Iglesia, Madre de los que creemos en Jesús como Señor, como salvador.
Y el discípulo, que se convierte en hijo y hermano, en oyente y testigo.
Nuestra mirada agradecida se tropieza desde hace 75 años con esta imagen que recoge este momento de don entregado y recibido. 75 años de contemplación que nos ha ayudado a introducirnos en esta escena como si presentes nos hallásemos, para crecer como discípulos, como hijos y hermanos, como testigos de aquel a quien hemos visto y oído.
Nuestros ojos observan, escuchan, esta tercera palabra. Una Palabra, una imagen, que es antes vista, que escuchada. Un momento entrañable y fundante, en el que un Hijo nos entrega como Madre nuestra a su Madre. Un Hijo que convierte a su madre en madre de todos los que de generación en generación acogemos a su Hijo como el Camino, la Verdad y la Vida, como nuestro Mesías y Salvador, como el que llena nuestra vida, y ensancha el horizonte de nuestro ser y vivir.
Hoy de nuevo resuena el legado de Jesús, en los oídos de todos los que hoy nos hacemos discípulos con Juan, el discípulo amado. Nosotros estamos al pie de la Cruz, junto a él y a su madre. Desde ese momento es nuestra madre, y en ella encontramos cobijo y fortaleza, columna y guía que nos llevará siempre hasta Jesús, y nos susurrará al oído de cada tiempo y en cada lugar: “Haced, lo que Él os diga”.
Jesús, nos haces el inmenso don de acoger en nuestra casa a tu madre, como madre nuestra, de todos tus discípulos, de todos los que te seguimos en el camino de la vida. De este modo nos haces participar en tu destino y misión. La misión del Hijo que salva y libera, que cura y perdona, que levanta y resucita.
HIJO, AHÍ TIENES A TU MADRE: Desde esta hora hemos recibido a tu madre en nuestra casa. Todo lo humano no nos puede ser ajeno. La persona humana es el camino de la Iglesia, de los seguidores de Jesús de todos los tiempos. Somos llamados a reconocer el rostro del Hijo de María, en nuestros hermanos los descartados y excluidos, todos los que sufren y los pobres. Reconocer y en ellos servir a Jesús, el Hijo.
Discípulos que al igual que su Madre, María, se ponen en camino, para ser caricia de Dios, signo de su misericordia entrañable en medio de los que se sienten heridos y rotos, rechazados y maltratados.
Jesús, nos das a María, tu Madre, como Madre nuestra, de la Iglesia. Danos oídos de discípulos para ponernos todos juntos a la escucha del Espíritu en este tiempo de camino sinodal. Que, siguiendo el ejemplo de María, Madre tuya y nuestra, digamos: “aquí nos tienes, Señor, para crecer en comunión, participación y misión llevando el gozo del Evangelio que es Jesucristo a todas las personas, ambientes y lugares.
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