SOLEMNE VIGILIA PASCUAL

Las siete lecturas del AT son símbolo de plenitud: en Jesús se han cumplido todas las Escrituras.
Proclamamos el Acontecimiento salvador de la liberación de Egipto con la mirada puesta en la liberación definitiva que es la Resurrección: victoria sobre la muerte (Ex 14).
Celebramos también las bodas del Amor eterno (Is 55).
Hoy nos recrea Dios a los hombres por la fuerza de su Espíritu (Ez 36).
Noche del bautismo por excelencia:
Que nos une a los hermanos en la fe: a los que vivieron antes que nosotros siguiendo a Jesús, para que no nos volvamos atrás en nuestro compromiso de vida cristiana;
Que nos recuerda aquel momento de nuestra infancia, quizá olvidado, pero origen, sin duda, de lo mejor de nuestras vidas (bendición del agua). - El agua es “signo” de la vida de Dios; lo principal es la vida de Dios mismo.
En que renovamos las promesas bautismales.
Momento privilegiado para “hacer nuestro” el bautismo que recibimos en su día.
Culminación de la Fiesta:
Ofrecemos el pan y el vino, frutos de la naturaleza, de nuestra actividad y de la solidaridad de los hombres. En ellos expresamos nuestro deseo de esa humanidad nueva que el Resucitado inaugura esta noche.
Más que nunca, en esta noche nos damos cuenta de que “en verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación, darte gracias, Padre Santo”. ¿Por qué? Atrévete a enumerar los dones de Dios en tu vida, especialmente el de la resurrección de Jesús, y te quedarás sorprendido: significa victoria sobre la muerte, liberación del pecado, futuro definitivo para el hombre, alianza eterna de Dios, participación en la vida del Padre, del Hijo, del Espíritu Santo.
Nos unimos al sacrificio pascual de Jesús: por la fe hacemos nuestra su obediencia al Padre y su amor a los hombres.
El resucitado se queda para siempre con nosotros a fin de que vivamos de su Espíritu y de su Palabra, de su paz y de su entrega, llevando a cabo la obra que Él comenzó: el Reino, el proyecto del Padre.
Cuando nos demos el abrazo de la Paz, sentiremos mucho más que el contagio colectivo de nuestra fiesta: el regalo de sentirnos hermanos y el compromiso por realizar, día a día, en las casas, en la calle, en el barrio, en el trabajo, en la parroquia, lo que nos ha sido regalado, dado en Jesús Resucitado.
No será fácil, pero contamos con Él.