RETIRO DE CUARESMA 2020
- parroquiadelportillo
- 3 mar 2020
- 3 Min. de lectura

El pasado día 29 de febrero un pequeño grupo de unas 20 personas, nos reunimos en el Noviciado de las Anas, para tener un retiro y prepararnos para la Cuaresma. Fue impartido por D. José Ignacio Blanco, sacerdote de la Parroquia.
Iniciamos el Retiro con la Carta de San Pablo a los Corintios que se había leído el Miércoles de Ceniza (2Cor. 5, 16 - 6, 2), que nos sirvió de oración y así iniciar la charla.
Vamos a destacar los puntos más interesantes de esta charla, que nos ayudó mucho para reflexionar, y llevarnos esta reflexión para vivirlo y hacerlo vida en esta Cuaresma:
¿Quién es este Dios de amor absoluto que salva por gracia, independientemente de nuestras obras, liberándonos de la ley y de toda pretensión de autojustificación? Estamos ante lo inaudito: “lo que el ojo no vio ni el oído oyó, ni el corazón del hombre pudo jamás sospechar”.
Lo sintetizamos en CUATRO PUNTOS:
● No hay salvación sin asumir nuestro pecado
Si no hay conciencia del pecado, tampoco hay conciencia de gracia. Sentirse amado por Dios sin experiencia de pecado, es convertir a Dios en un abuelo, que no puede posibilitar ni la libertad ni la responsabilidad ni la experiencia de ser salvado. No hay Reino de Dios ni hay experiencia de salvación.
Nuestra pretensión de autojustificarnos, no nos salva. Sólo la fe, que consiste en confiar que Dios puede transformar nuestro pecado en gracia, nos salva. Sólo la fe. Somos justificados por la fe, sin obras.
● Asumir que estamos bajo el pecado
El no querer que Dios sea el Señor de mi vida, no aceptar recibir gratuitamente su amor es pecado, no debilidad.
● Sólo la fe nos salva
Sólo la fe realiza lo inaudito: fiándome incondicionalmente de Dios puedo entregar a Dios mis pecados. El pecado ya no nos pertenece, pues Jesús “Tomó sobre sí nuestros pecados”. “Si no te dejas lavar los pies, Pedro, no tienes parte conmigo”.
● Fundamentados en su amor
La vida sólo podemos fundamentarla en la gracia y no en las obras.
No existe fe sin obras. Nuestra vida cristiana sólo puede ser fundamentada en la fe, sin obras. Cuando nuestra fuente vital es la gracia, entonces podremos obrar según Dios.
Al que se fundamenta en la gracia, la fe es la que mueve, sostiene y transforma su vida.
SIGNOS DE ESTA EXPERIENCIA FUNDANTE
● No se tiene fe, vivimos de la fe. La fe es ahora vida eterna. Te da fuente de ser.
● La gracia no es algo puntual, sino la fuente permanente del propio ser.
● La gracia es fuente permanente de vida, cuando la vivimos como liberación radical de autojustificación, cuando nos libera de vernos buenos y de la necesidad existencial de justificarnos. Esta es la conversión radical. Sólo podemos apoyarnos en que somos amados gratuitamente por Dios.
● Aceptar que no tenemos derecho a ser amados, pero sin percibirlo como una amenaza. Su amor gratuito nos ha elegido personalmente, que no nos hace superiores a nadie, porque es pura gracia de Dios.
● Podemos entender que sólo Dios salva, y que el Reino de Dios ha llegado como misericordia salvadora. Con él comienza la nueva creación, donde Dios manifiesta su gloria, que consiste en amar por gracia.
La mayor alegría de creyente es dejarle a Dios ser Dios (la infancia espiritual), que despliegue toda la fuerza de su amor, creando vida de la muerte.
● Sólo nos toca dejarle a Dios la iniciativa. Si no nos crea paz este creer y confiar, nuestra fe no es fundante.
● El sentirnos salvados por pura gracia produce un agradecimiento humilde. Agradecimiento sin humildad es caradura, apropiación, y humildad sin agradecimiento es orgullo.
La vida de la Iglesia es Eucaristía, acción de gracias.
Tras la charla tuvimos un rato de oración personal, cada uno en el lugar que eligió (jardín, Iglesia, pasillos…), para compartir con el Señor las Palabras de D. José Ignacio.
Tras el tiempo de oración, tuvimos un rato de puesta en común para compartir lo que el Señor nos había dicho y José Ignacio nos dio pistas para vivir esta Cuaresma intensamente desde la Gracia.
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