LA EUCARISTÍA , CORAZÓN DEL DOMINGO (5) 2. El Silencio después de la homilía.

“Un tiempo de interiorización necesario al fiel para hacer propio el don de la Palabra recién escuchada, anticipo de una reflexión más prolongada a realizar en la semana”.
La liturgia de la Palabra culmina en la proclamación del Evangelio. Al Evangelio sigue la homilía, que tiene la tarea de ayudar a los fieles a apropiarse de modo vital del anuncio hecho mediante las lecturas bíblicas, favoreciendo la obra del Espíritu Santo en nosotros, nuestro Maestro interior
Por sí sola, la homilía, aunque esté bien hecha, no produce una real escucha de la Palabra, una plena asimilación orante y una puesta en práctica en la vida cotidiana. Para que esto suceda, a la predicación debe acompañarle un tiempo de silencio interior gracias al cual cada fiel puede hacer propio el don de la Palabra, confiándose a su fuerza renovadora.